La CAI arrancó rápido 0-1 pero lo revirtió con paciencia y mucha contundencia. En el ST supo cuidar el resultado y tuvo su premio. Jorge Piñero (2) y Vidal, goleadores.
Todo el peso del partido estuvo en la espalda más sufrida. A la CAI parecía que no le salían ni las fáciles, obligado a todo y casi sin gente en las tribunas tuvo apenas iniciado el juego, el primer problema a resolver. El de Iván Juárez fue un típico gol en frío, desestabilizante. Cuando se empezaban a acomodar las piezas, Germán Cáceres la inició en el medio; la pelota derivó en Gigli y éste desprendió un centro al segundo palo, a pedir de Juárez que apareció libre para tocar por el fondo. Parecía que todo se hacía cuesta arriba y que el 1-0 iba a desmoronar el orgullo, pero la CAI logró reponerse de un golpe que parecía de nocaut. Con un abono a banda ancha, utilizando la subida por la izquierda de Ignacio Malcorra encontró la paridad. El misionero Jorge Piñero pescó de cabeza un centro del lateral y gritó el 1-1 sacando del anonimato al arquero Sara. El postre se sirvió como primer plato. Los goles le dieron dinámica al juego, los volantes se hicieron dueños de la pelota y cambiaron ataque por ataque. En el segundo tiempo el viento impulsó a Rafaela, con Cáceres, un viejo conocedor del paño, pateando desde lejos con malas intenciones. El mismo volante llegó hasta la línea de fondo, habilitando a Juárez mal perfilado, para tocarla con Capogrosso sin tranquilidad porque la visita mandó con Gigli y Marclay a la pesca. Con éste cuadro, la CAI exhibió al orden defensivo como virtud. No se desarmó, cuidó la quinta y no le cedió espacios al rival, armado hasta los dientes para acertar una contra. La entrada de Diego Romero fortaleció la hipótesis de la réplica fatal y del “no perder” por sobre todas las cosas. Piñero el más odiado fechas atrás, volvió a irse entre aplausos. Participó de un doble cabezazo en el área que facturó Luis Vidal y después volvió a definir con categoría el 3-1 que premió esta vez la buena estrategia. Y la cabeza fría para poder ejecutarla.
IT/Fotos Walter Calderón.

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