Y es de otra categoría…

CAI sacó la chapa en el momento indicado y puso las cosas en su lugar. Goleó y se floreó ante Santamarina para quedarse en la Primera B Nacional y espantar todos los miedos. Mauro Villegas (2); Jorge Piñero, Lucas Villafañez e Ignacio Malcorra lo aseguraron en la red.
La diferencia resulta a veces, invisible a los ojos. Pero hay un salto evidente entre una categoría y otra. La velocidad, el ritmo y la contundencia hacen que la jerarquía individual se potencie. En la cabeza está el secreto del autoconvencimiento. Y la Comisión de Actividades Infantiles, acostumbrado a pelearla en la tabla de promedios, apeló a sus mejores armas futbolísticos para hacer que Santamarina, más allá de su voluntad, se vea como un equipo del Torneo Argentino A. Los tandilenses lo pensaron como para sorprender. Mucha presión de arranque y Telechea con Cuestas clavándole puñaladas a los defensores. Por momentos, pisaron el área convencidos de que podían. CAI respondió cada golpe. Y se plantó con la dupla Piñero-Villegas como abanderados. El misionero la durmió bajo la suela, aguantó la pelota de espaldas al arco y hasta fue un generoso asistidor del inquieto Villegas. Hubo intensidad, claras intenciones ofensivas de ambas partes y un trámite que se aceleraba en cada transición. La CAI pegó primero por un tiro libre de Luis Vidal que cabeceó Villegas, Daniel Bertoya tapó a medias y el punta pescó el rebote para asegurar el 1-0. El segundo tiempo arrancó contra vez con la iniciativa de parte de la visita. Y un cambio llamativo: Gastón Harguindeguy suplió al enganche Farías, resignando juego y llegada. Casi no llegó a acomodarse en el campo azzurro cuando volvieron a asociarse Piñero y Villegas para que éste facture en una contra explosiva. La carga de finales y kilómetros le pasó factura al equipo de Luis Murúa que sufrió el 3-0 a través de Lucas Villafañez. El partido se desvirtuó. Solamente hubo lugar para el lucimiento con juego de los sureños. Piñero se robó todos los aplausos con su definición del 4-0 luego de que “Villa” le devolviera atenciones con un toque de relojería. Antes que Toia pitara el final, el ingresado Diego Romero ganó en velocidad y le sirvió en bandeja, el quinto festejo de la tarde a Ignacio Malcorra. A diferencia de otras tardes de B Nacional, la gente entendió la propuesta de los jugadores. Notó la determinación, el trato de balón y sobre todo, el hecho de estar un escalón más arriba. Pequeñas cosas que no siempre se miden cuando los resultados no aparecen y las críticas le ganan al esfuerzo.
IT/Foto Daniel Feldman-Walter Calderón.

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