Recién al final lo tuvo acorralado

Boca de Río Gallegos, que no había marcado con jugadores propios en las primeras dos fechas encontró el gol en el Municipal, aprovechando una distracción más de la Comisión de Actividades Infantiles en el ítem “pelota parada”. Cuando solamente se jugaban 12’ un tiro libre ejecutado por Gastón López desde la izquierda, explotó en la cabeza de Arach, defensor lanzado al ataque aéreo para aventajar a la visita. En frío, la CAI arrancó obligado desde atrás, sin la pelota y con dificultades para decodificar el hermético esquema plantado por los santacruceños. Tres de fondo, muchos volantes para usurpar los espacios; un enganche habilidoso y terreno libre más dos puntas movedizos, conocedores del oficio. El gol tempranero sirvió para levantar la autoestima de la visita que se animó a meter la pelota seguido en el área; nunca se complicó atrás y presionó bien arriba, ahí donde la CAI nunca tuvo su modelo para armar. Parecía raro que el equipo de Fabián Zalazar no le diera trabajo al arquero Moyano ni una vez. La entrada del juvenil Molina le dio algo de oxígeno al ataque; Lucas Arguello remató bien pegado al poste izquierdo para marcar con poco, el mejor momento de la CAI. También desde lejos, pura voluntad, probó Bicciconti con un rival acorralado que a los 36’ pedía la toalla. Otro que llegó desde el banco para clarificar, Zalazar armó la jugada por la izquierda y Prost de media vuelta, la metió esquinada para el 1-1 que casi no se festejó. Tardía pero válida, la embestida de la CAI le puso incertidumbre al final con Di Pangrazio salvando un tiro de Villegas que parecía romper el equilibrio. Como en un flash, lo mejor pasó en no más de diez minutos, cuando la CAI entendió que el empate tenía gusto a poco y la exigencia del campeonato, a veces plantea rivales mezquinos que se encargan de cerrar el partido con doble llave.
IT/Foto Ricardo Asencio.

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