Jorge Newbery descifró temprano cuál era el partido a jugar. Por eso llenó la cancha de volantes, se refugió con criterio y le quitó toda posibilidad a la CAI de manejar la pelota. Con esa fórmula sencilla, mérito de Jorge Izquierdo que lo vio desde afuera, el Lobo se hizo fuerte en su territorio y le provocó al puntero un sofocón inesperado. Los de Zwenger perdieron temprano el duelo táctico y sin posesión, todo terminó nublándose. Elvio Martínez casi no entró en juego en el primer tiempo, doblado por la marca, maniatado por tantas piernas. Y así, la tarde arrancó cuesta arriba. Sin freno en el medio, los flancos fueron extremedamente débiles; se duplicó el trabajo defensivo y a los 11' el gol aumentó la confusión. Desbordó el imparable Elorrieta, nadie cerró y Gonzalo Turri con tiempo y espacio, definió abajo para el 1-0. Fue tan frágil la propuesta de CAI que solamente inquietó con una acción invidividual de Prost luego de una salida en falso de Torres. En el complemento había que patear el tablero con Newbery escalonado en su campo para cuidar la ventaja. Zaldúa reemplazó al tenue Martínez pero la bocha siguió siendo esquiva. Ni Prost, ni Reynoso pudieron dar equilibrio en los momentos de búsqueda. Zaldúa y Morales metieron tiros en los palos, Biccicontti obligó con un tiro largo que Irureta mandó al corner y hasta Leguiza fue alternativa con su pegada cuando los minutos ya jugaban a traición y el resultado se tornaba inmodificable. La falta de balance se manifestó con la expulsión de Pereyra en una última línea cargada de amarillas (tendencia que se repite en los dos partidos disputados) con los nervios lógicos de no poder, Newbery golpeó sobre el final. Erro apuró una salida, dudó Leguiza y el ingresado Ahmed empujó a la red el segundo. La CAI perdió las riendas, gozó de libertades y no puede aún disfrutar de sus delanteros tops. Está claro que los demás también juegan y no tardaron en sacarle la ficha.
IT/Foto Ricardo Asencio.
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