La CAI ganó 2-0 y ascendió
al Torneo Argentino A y después de dos descensos, empieza a recuperar terreno.
Los goles de Martínez y Prost desataron la alegría en un colmado estadio
Municipal. Como en la última vez que ascendió desde el TAB, un comodorense es
el entrenador. De la mano de Armando Tula se despidió sin discusiones, con
fútbol a su estilo e imbatible como local. La justicia del fútbol hizo lo suyo. El partido le hizo un guiño a la CAI con un gol madrugador. Jonatan Morales,
lateral velocista, desbordó hasta el extremo y su centro, cruzó el arco para
que por el fondo apareciera Elvio Martínez para tocarla y gritar el 1-0 con
apenas 7 minutos cumplidos. San Martín tuvo así, una carga extra en su ya
pesada mochila porque la diferencia se estiraba y el trámite no daba. En el césped, los jugadores se contagiaron del entorno. La CAI la movió a
discreción. Martínez se inspiró en la conducción y la pelota, por el esfuerzo
de los volantes, siempre tuvo dueño. El fondo lució seguro y en el medio, hubo
predisposición para darlo todo por la posesión y cada vez que Villegas y Prost
encaraban a los defensores, daba la sensación de que algo podía pasar. Formosa mostró vergüenza para ir, determinación pese a todo. Y hasta un aviso:
un tiro libre de Palmerola que tapó Leguiza en dos tiempos. San Martín con
pocas ideas, nunca se resignó fácil a su suerte. Jugó cada pelota como si fuera
la última e impuso el físico en las divididas, sin mirar el precio. La CAI
recién pudo romper el rigor con las subidas de Morales que metió quinta cada
vez que pudo para invadir el territorio hostil. En el medio no siempre hubo
pista libre porque San Martín se plantó con dureza y discutió cada decisión del
bahiense Gabriel Spinella.El local tuvo la virtud de no perder la calma, no alteró sus planes e hizo de
la posesión su mejor salvoconducto. En el arranque del segundo tiempo, otro
pasaje clave, reapareció la sociedad del gol. La fabricó Villegas tirando un
desborde y la resolvió Prost tomándose el tiempo justo para elegir el destino
de su remate, arriba y al ángulo lejano de Antonio. El 2-0 mantuvo las piezas
sin tocar. Porque la CAI ya no sintió la ansiedad sabiendo que el reloj –y todo
lo demás- le jugaba a su favor.
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